martes, 15 de julio de 2014
La cotidianidad caótica e inhumana que experimentamos (que
sufrimos) los colombianos en todos los ámbitos, es quizá la proyección y el
reflejo del “estado de despiste y de inconsciencia” en que vivimos la mayoría de las personas, desde el
campesino humilde e iletrado, hasta el profesional criado y formado en las
prestigiosas instituciones educativas de las grandes ciudades.
Da la sensación de que en este país nadie es consciente, o
mejor dicho, "nadie se da cuenta" de nada. Nuestra historia personal es muy frágil o la hemos
olvidado casi por completo; hemos perdido la consciencia de la historia del
país, y éste olvido incluye hechos y situaciones muy recientes. Tal vez éste
olvido es la causa de la falta de comprensión respecto a hechos políticos,
situaciones de violencia, de corrupción o respecto a la guerra que vivimos
instante en instante en éste país desde hace muchos años. En otras palabras, da
la sensación que solo hacemos consciencia del acontecer y la dinámica de la
existencia después de que ocurren los hechos. Hacemos reflexiones morales y
éticas, pedimos “perdones sin olvido”, construimos normas y leyes y reformamos
la constitución, solo después que nos hemos atacado,
herido o matado unos a otros. Sentimos que el país se está hundiendo, pero ese
sentimiento solo nos sirve para seguir con las mismas y en las mismas: ¡viviendo
inconscientes y despistados como siempre!
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