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miércoles, 9 de julio de 2014

Ser consciente


Ser consciente es estar alerta, observar, “darse cuenta” de todo lo que ocurre con nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, necesidades, reflejos, proyecciones, etc. Si empezamos a ser conscientes de lo que ocurre en nuestro mundo interior, del temperamento que nos caracteriza y legitima como personas, podremos comenzar a “darnos cuenta” del efecto que tiene nuestra forma de responder a las circunstancias, experiencias, situaciones, encuentros e interacciones en las que estamos inmersos cotidianamente.

La “verdad” con respecto a lo que somos realmente; la verdad respecto a lo que pensamos, decimos y emocionamos no puede estar en otro lugar que en nuestro propio interior. Siempre ha estado ahí, enterrada y bloqueada bajo arrumes de ideas, expectativas, necesidades inventadas, ideologías, temores etc. ¡Solo tenemos que darnos cuenta de ello!

“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben edificarse los baluartes de la paz”

La cotidianidad caótica e inhumana que experimentamos (que sufrimos) los Colombianos en todos los ámbitos, es quizá la proyección y el reflejo del “estado de despiste y de inconsciencia” en que vivimos la mayoría de las personas, desde el campesino humilde e iletrado, hasta el profesional criado y formado en las prestigiosas instituciones educativas de las grandes ciudades. Da la sensación de que en este país nadie es consciente, o mejor dicho, nadie “se da cuenta” de nada. Nuestra historia personal es muy frágil o la hemos olvidado casi por completo; hemos perdido la consciencia de la historia del país, y éste olvido incluye hechos y situaciones muy recientes. Tal vez éste olvido es la causa de la falta de comprensión respecto a hechos políticos, situaciones de violencia, de corrupción o respecto a la guerra que vivimos instante en instante en éste país desde hace muchos años. O mejor dicho, da la sensación que solo hacemos consciencia del acontecer y la dinámica de la existencia después de que ocurren los hechos.Hacemos reflexiones morales y éticas, pedimos “perdones sin olvido”, construimos normas y leyes, y reformamos la constitución, solo después que nos hemos atacado, herido o matado unos a otros. Sentimos que el país se está hundiendo, pero ese sentimiento solo nos sirve para seguir con las mismas y en las mismas: “viviendo inconscientes y despistados como siempre”.



Ser consecuente es una tarea primordial, urgente, que sirve de base para iniciar una acción encaminada a mejorar la vida de una comunidad en todos los niveles; de hecho, una comunidad coherente consigo misma es el resultado de la convivencia entre individuos que obran congruente y consecuentemente. Una comunidad consecuente es aquella que empieza a experimentar la sinergia como el camino más conveniente para la obtención de sus logros y fines; los individuos que la componen comenzarán a sentir que son organismos que conforman un solo cuerpo: la comunidad. La sinergia generará, para empezar, formas más humanas y sinceras de expresar sentimientos emociones y necesidades: la sinergia humanizará la forma de comunicarse. Si logramos afianzar la iniciación a la experiencia del “ser consciente” y consolidamos estos propósitos, estaremos satisfechos de saber que hemos podido dar una mano, un apoyo eficaz a una comunidad que necesita vivir, saber y comprender con urgencia, la razón de estar en donde está ahora: es ella misma la que tendrá que vivir la experiencia del darse cuenta, la experiencia del obrar consecuentemente, la experiencia de llegar a ser una comunidad consecuente, mayor de edad, responsable y autónoma.

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