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lunes, 21 de julio de 2014

Hermenéutica

(Fragmento de un documento elaborado por Israel durante la ejecución de un proyecto de Desarrollo Humano Integral en la ciudad de Bogotá, a cargo de Vida Consciente)


HERMENÉUTICA:

Alguien define la ciudad como “una gran biblioteca”. La interpretación de ésta interesante metáfora nos quiere decir, entre otras cosas, que la ciudad es un espacio donde conviven seres humanos muy diversos, venidos de muchas partes, y que cada uno de esos seres humanos es algo muy parecido a un “libro”, porque contiene una historia, un lenguaje, unos mensajes, unos códigos, unos dibujos, unos mapas, unos diagramas etc, y que además, refleja, proyecta y extiende pensamientos, sentimientos y emociones. Esta gran “biblioteca”  está  al alcance de “lectores” que quieran, traducir, interpretar y otorgar sentido a una gran cantidad de “libros”; lectores que sean a su vez perceptores y mediadores de símbolos, que acerquen esferas sociales, culturales y legales; lectores que puedan a su vez invertir su papel para permitir ser “leídos” como los libros que son también. La dinámica de leer “esos otros libros” y  abrirnos desprevenidamente para ser “leídos” por los demás  supone el conocimiento y el manejo de una “hermenéutica” para la cual quizá no estamos formados los habitantes de grandes ciudades como Bogotá. 

Este ejercicio “hermenéutico” requiere de unos “lectores” dispuestos a asumir un rol que implica una función más amplia e integral que la del simple traductor de “textos”. Esta “hermenéutica” necesita seres conscientes de sí mismo, individuos autónomos, claros  y solventes en el entorno en el cual se han formado, capaces de traducir y transmitir en cada entorno y situación, todo el conocimiento y la historia de su naturaleza cultural ganada en su propio contexto e importada de otros, pero también capaces de percibir, traducir e interpretar ésa historia cultural que es cada uno de los “otros libros”, sin dejar de ser el “libro” que son. Sea como sea, una biblioteca es un espacio donde siempre se llega a aprender algo.        

De igual manera, una ciudad es también un espacio donde siempre llegamos a aprender algo. Conservando el tono metafórico, la ciudad se puede comparar también, con una gigantesca universidad con multiplicidad de aulas. Cada persona, lugar, espacio, cada instante, situación o circunstancia, nos brinda una gran lección para aprender,  que tal vez  nos pasaremos por alto, a no ser que nos encontremos listos y formados para experimentarla. Podemos aprender en la ciudad, aprender de la ciudad y aprender la ciudad, pero para lograrlo, es preciso que construyamos y adoptemos una  “hermenéutica” apropiada  que nos conduzca al conocimiento,  comprensión, traducción e interpretación de las reglas y los límites culturales y legales que hacen posible la relación entre seres que no se conocen entre sí.

Si asumimos y experimentamos la ciudad como un inmenso salón de clases, generaremos un saldo pedagógico permanente. Aprenderemos todos de todos, vivenciando una “hermenéutica” que nos ayudará a conocernos auténticamente; lograremos “aclimatarnos”  en una “tierra nueva y diversa”  sin perder nuestra identidad, evitando ser “camaleones” practicantes de la “cultura del atajo y la rapacidad” para convertirnos en un unos  verdaderos anfibios culturales”: en seres humanos que conservan su pasado histórico y sus saberes, pero que saben moverse con solvencia en una ciudad como Bogotá, con sentido de pertenencia, compartiendo actitudes, costumbres, reglas, normas, facilitando la circulación del conocimiento, construyendo convivencia  instante en instante,  es decir, en hombres y mujeres  co-creadores  de una “nueva cultura ciudadana”.


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