Todo parece indicar que no vivimos conscientemente, ni siquiera cuando realizamos las actividades más
elementales, como por ejemplo, cuando nos aprestamos a efectuar un cruce
de avenidas, por riesgoso y peligroso que pueda resultar. Ésta es la
razón por la cual las estadísticas indican que en una ciudad como en Bogotá,
por ejemplo, mueren más “ciudadanos despistados” atropellados por los
carros, que por causa de la violencia inveterada que ya forma parte de nuestra
historia y nuestra cultura.
Verificar
que no nos damos cuenta, que no somos conscientes del acontecer de nuestra existencia, o
que en algunos casos apenas lo somos parcialmente, es el
primer logro que aspiramos obtener a través de ésta propuesta de trabajo. El
segundo, como consecuencia lógica, será la práctica para la recuperación de ése
estado del vivir consciente, aprendiendo a percibir lo que nos dice
nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros
sentimientos, nuestras necesidades y requerimientos en cada momento presente
que vivimos. Recuperar nuestro estado natural de “ser conscientes”
significa y garantiza además, comenzar a vivir la vida aquí y ahora, en tiempo presente, sin pasarnos por
encima de las personas y las situaciones, perdonando el pasado y sus
consecuencias, replanteando el imaginario de futuro incierto, construyendo y
vivenciando nuestra paz interior para extenderla de manera permanente, hacia el
resto del mundo que nos rodea.
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